Primera parte de una conferencia de Nina Llinares
Centro Universitario de Estudios Nucleares - México, D.F.; 18 de septiembre 2003
Centro Universitario de Estudios Nucleares - México, D.F.; 18 de septiembre 2003
Hace ya tres años que participé en un congreso internacional en Argentina con este tema, con el tema de los Niños índigo o niños de las estrellas. ¿Qué ha ocurrido en todo este tiempo, especialmente desde hace tres años para acá? Ha ocurrido que la información se ha disparado, se ha multiplicado.
La oferta que tenemos ahora a nivel informativo sobre los niños índigo se puede decir que se ha triplicado, en comparación con hace solamente tres años. ¿Y en qué se notan estos cambios a nivel informativo, qué hemos hecho, cómo se está llevando este tema? La información tanto de los padres como de los terapeutas, de los colegios y de los medios de comunicación se ha visto, se ha volcado con un gran interés para que cada vez tengamos más claro y mayor clarificación con respecto a estos niños.
Más que nada, la experiencia que yo tengo, mi experiencia personal (y en ella voy a basar mi conferencia) se basa en tres años de docencia en colegios especializados en el trato, educación y cuidados a niños psicóticos, niños con déficit mental, retraso y Síndrome de Down, y por otro lado mi experiencia como terapeuta de diferentes técnicas alternativas en las que desde el año 95, empecé a darme cuenta de que asistían a cursos que yo organizaba (como por ejemplo cursos de Reiki para niños) una calidad especial de niños a los que yo definía como “mis pequeños maestros”… Los que han leído mi libro sobre niños índigo saben cómo explico esta circunstancia… En mis actividades cada vez más llegan padres, profesores, maestras, psicólogas y psicólogos que tienen la confusión entre, por ejemplo: ¿Todos los niños hiperactivos son índigo?… Pues no. ¿Todos los niños que tenemos a nuestro alrededor son índigo? No. También está el tema de los papás: los papás están desorientados. La gran suerte que tenemos es que la mayoría de papás se informan; pero aún a pesar de la información, papás, abuelitos, cuidadores, etc., todo el mundo relacionado con el tema infantil se informa, pero por mucha información que se tenga, hay muy poca información clarificadora y mucha confusión con respecto al tema de los niños índigo.
La expectativa de los papás siempre va a ser que cualquier profesional, cualquier persona para ellos creíble, acreditada, les diga: “su hijo es especial”… Eso es lo que nos gustaría oír a todos nosotros de nuestros hijos, pero lamentablemente no es así…
En mi experiencia profesional, llegan muchos papás que tienen un hijo bien raro, un hijo psicótico o un hijo con necesidad de ser tratado a nivel de un psicólogo, un terapeuta vibracional, un terapeuta holístico, o incluso, tratado por un endocrinólogo, pues tiene muy lentas funciones hormonales, e incluso problemas psicomotrices y se empeñan en calzarle la etiqueta “índigo”… No es así: no todos los niños raros son índigo, ni todos los índigo son raros… Evidentemente hay un mayor nivel de información tanto en colegios como en papás y en los profesionales de las técnicas holísticas, pero aún así la confusión sigue estando presente, y además yo no quiero ser pesimista ni mucho menos: solamente estoy haciendo un recorrido en la exposición para que sepamos ubicarnos en qué momento estamos con respecto a los niños índigo: dónde estamos situados en estos momentos.
Como todo tema infantil, siempre va a suscitar oportunismo.
Me estoy encontrando en diferentes países, como en España, aquí en México por supuesto, Venezuela, Argentina, a profesionales de la salud y de la docencia que están viendo en el tema índigo una oportunidad de ingresos, una oportunidad de prestigio, y ahora resulta que todo el mundo es un entendido en los niños índigo, todo el mundo sabe de índigos, todo el mundo tiene niños índigo, todo mundo en casa tiene uno o dos o doce niños índigo, y no es así… No se está tratando este tema con la seriedad que se merece.
¿Qué es ser un niño índigo? Yo doy por hecho que ustedes ya están informados, pero puede ser que no, y no tengo por qué darlo por hecho. Un niño índigo es un niño que tiene y expresa la frecuencia índigo… ¿Y qué es la frecuencia índigo? Es la vibración del chakra del entrecejo. ¿Y qué es un chakra? Según la medicina tradicional china, que es la medicina más milenaria, seria, veraz y con resultados de cambios que existe –la medicina oriental–; según la medicina oriental, nuestro cuerpo está formado por energía eléctrica y energía magnética. Tenemos y vivimos constantemente dentro de un campo electromagnético formado por 72.000 posibilidades de conexión, posibilidades, canales que interactúan formando nuestro entramado energético. Donde coincide todo este entramado energético o aura es sobre la línea media imaginaria de nuestro cuerpo, configurando lo que se llaman los vórtices energéticos o chakras. El sistema de chakras es el sistema de vórtices energéticos en el que se basa la acupuntura, la digitopuntura, la kinesiología, etc.
Tenemos siete vórtices energéticos. Si cada uno se tradujese en longitud de onda en relación a un color, daría un color determinado dentro del espectro de la misma gama que nuestro arco iris. ¿Por qué no se ven? ¿Por qué no vemos nuestras auras, nuestros chakras? No los vemos porque están formados por la partícula más pequeñita que existe: el electrón, y el electrón no es visible ante la mirada ordinaria. O sea que no tienen la suficiente masa material como para verse. Por lo tanto, los chakras no los podemos ver a menos que tengamos visión aural o seamos videntes. Si tradujésemos en color el chakra del entrecejo, que unifica las cualidades del hemisferio derecho y del hemisferio izquierdo, veríamos que tiene el color índigo, azul cobalto… Los llamados “niños índigo” nacen ya con este chakra, con este vórtice energético y por añadidura con las cualidades de ambos hemisferios cerebrales, más desarrollados de lo normal.
Todos los seres humanos tenemos la posibilidad de desarrollar nuestro chakra índigo, nuestro chakra del entrecejo. ¿Qué es tener desarrollado el chakra del entrecejo, el chakra índigo? Es vivir de una manera diferente a la manera material, a la manera razonable, a la manera intelectual, a la manera materialista de ser, sentirse y relacionarse con los demás y con la vida. ¿Y por qué? Pues porque nuestra capacidad cerebral no solamente abarca nuestro hemisferio izquierdo racional, intelectual, sino que también abarca nuestro hemisferio derecho, con todo su potencial y cualidades atemporales, intuitivas, psicomágicas, conscientes de realidades más allá de lo que ven nuestros ojos o tocan nuestras manos o perciben nuestros demás sentidos.
Estas capacidades unificadas alternativamente son las que tiene potencialmente todo ser humano, en forma latente pero por desarrollar según tenga o no inquietudes espirituales; y cuando defino “espirituales” no tengo ninguna intención de que sea entendido con connotaciones religiosas ni místicas: me refiero a ser consciente… Consciente de que aquí pueden haber presencias angélicas, guías, etcétera. Cuestiones que la mente racional rechaza pero que son verdad aunque no nos las creamos, y que el niño índigo, el adolescente índigo o el adulto índigo tienen tan integradas como podemos tener nosotros integrados el que sólo existe lo que vemos y tocamos. Para ellos es completamente normal y natural el saberse de otros planos, de otros planetas, saberse en contacto con seres de la naturaleza como las hadas… Ver y sentir a los ángeles, saber que la muerte sólo es una manera de nacer a otra realidad, etc., etc.
Y este tipo de información, para ellos tan natural, en algunos padres puede dar miedo, y tratan de taparla. En otros, como cuando nosotros éramos pequeños y hablábamos de ángeles, de hadas, de otras vidas (la mayoría de nosotros, y es que ya ni nos acordamos), cuando permitíamos que nuestras potencialidades del hemisferio derecho se expresaran, motivadas también y principalmente por los cuentos, por las leyendas, el mundo infantil que le llaman, ¿no?, nuestros padres no tenían el nivel de información ni el nivel de consciencia que tenemos ahora los que tenemos hijos… Y en lugar de informarse lo que hacían en su lugar era “normalizarnos” con muchas normas…
De todas maneras, muy normales no hemos quedado, puesto que nuestros hijos son índigo: nuestros hijos nos han elegido. (Risas)
Es decir: que no nos asustamos ni intentamos normalizarles poniéndoles normas: intentamos informarnos, intentamos averiguar qué hay más allá de un diagnóstico médico que dice: “su hijo es hiperkinético, su hijo tiene Síndrome de Déficit de Atención, su hijo no encaja, su hijo es un hijo problema”… ¿Nos conformamos con eso y le damos el Ritalín y la razón a la maestra?… ¿Qué hacemos? Nos seguimos informando y por eso están aquí hoy, por eso toman como algo prioritario el ver programas de televisión o comprarse libros que hablen de este tema, prestan atención cuando hay una conferencia o cuando hay alguien que hable de esto… Y de este tema, quien más debe sentir su seriedad es cada uno de nosotros, cada padre, cada educadora, cada educador, cada psicólogo, cada médico, porque dándoles medicación llamada “droga legal” a nuestros hijos si son índigo, sólo conseguimos atrofiarles sus capacidades glandulares de secreción hormonal tanto del hipotálamo como de la hipófisis y la pituitaria; es decir, de las glándulas que están en el cerebro, las glándulas que sirven para todo lo relacionado con el intelecto pero también para todo lo relacionado con la creatividad, con la intuición, con la sabiduría del corazón.
Entre la confusión que les decía y el oportunismo de estos especialistas que se sacan de la manga el saber todo de los niños índigo, y que todavía nos confunden más, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, no sentirnos en ningún momento tan desamparados ni tan desorientados. Si eres padre sabes, si eres maestra, sabes; si eres profesor, sabes. No es casualidad que tengas niños índigo en tu aula. No es casualidad que a tu gabinete o a tu consulta acudan niños índigo. No es casualidad que un niño índigo o dos o tres, te hayan elegido como madre o padre: sabes. Aunque no lo creas, hay cosas que son verdad y esta es una de ellas: si tienes cerca niños índigo es porque en tu corazón y en tu hemisferio derecho y en tu chakra índigo del entrecejo sabes cómo sacar esa sabiduría… porque claro, estamos demasiado acostumbrados a los métodos, a las normativas, a los manuales, a las recetas milagrosas y efectivas, y en esta cuestión índigo hay que trabajar. Hay que trabajar primero para saber elegir… Para saber elegir el colegio, el profesional de la salud, para saber elegir y decidir si medicas a tu hijo o no lo medicas. Para saber qué podemos hacer… El nivel de oferta en los colegios de momento es precario. Las escuelas normalmente están masificadas. Un niño índigo necesita atención, a un niño índigo hiperactivo hay que saber estimarlo y valorarlo para saber cómo enfocar la hiperactividad y la frecuencia índigo.
El niño índigo es uno de los precursores, uno de los maestros, una de las personas, uno de los sanadores que va a cambiar esta realidad. Esta realidad no puede seguir adelante por el lado o camino materialista y tecnificado y saturado de tecnología, en absoluto. Hace falta creatividad. Hace falta disfrutar cada vez más del tiempo libre que nos da la tecnología. ¿Quiénes son los que van a enseñarnos? Los índigo, porque la frecuencia índigo, la frecuencia del chakra entrecejo es la que unifica lo práctico con lo creativo.
Porque esta sociedad y esta realidad, si no empieza a ser creativa con su tiempo libre y con los medios de los que dispone, si no empieza a relacionarse con su prójimo desde el corazón, va a explotar. Tanta tecnología y tanto tiempo libre en sociedades altamente culturizadas, altamente tecnificadas, como por ejemplo Suiza o Suecia, han resultado en un alto nivel de suicidios de niños, de adolescentes y de adultos. ¿Por qué? Porque hay mucho tiempo, mucho dinero, mucha tecnología y no se sabe qué hacer porque no hay educación creativa. ¡Qué casualidad!, ¿verdad?
A los niños índigo, la única motivación por la que les podemos ayudar, la única vía para que despierten y desarrollen todo el potencial que tienen en sí mismos es a través de la creatividad. No se sienten motivados, no les interesa en absoluto que en su colegio se tenga un baremo de aprendizaje que vaya desde el primero hasta el último mes del año escolar con el aprendizaje de los adjetivos, de las preposiciones y de la tabla del uno al nueve, por poner un ejemplo, y tienen qué adaptarse a cumplir ese baremo ¿que dicta quién?: el sistema educativo existente para nuestro mejor bien y el de nuestros hijos evidentemente.
Pero el niño índigo no se adapta al método: necesita un método que se adapte a él. Y a no ser que tengamos la suerte de llevarlo a un colegio Montessori, a un colegio Waldorf, a un colegio especial que no esté masificado en el que las personas que forman parte de ese colegio tengan la necesidad de expresar su vocación apasionada y amorosamente, y no tengan su profesión sólo como un medio de generar ingresos a final de mes. Porque en la docencia, al igual que en la medicina oficial, hay muchos que podríamos definir como “funcionarios”: no es lo mismo una maestra o maestro que ama o que ame a los niños y que ame su vocación, que un funcionario que ha estudiado una carrera corta, fácil, agradable, con alicientes, con bastantes períodos vacacionales, pagada por papá, y tranquila. Ése es un funcionario: ése no soporta a los niños, y si tiene niños índigo en su clase hoy no está aquí: está dándose un masaje, o en una clase de inglés o de danza o de baile, o en un bar tomando café, porque sabe que su período de trabajo es el remunerado y cuando se acaba, “pues qué bien que ya vienen los papás a por los monstruos”… En cambio, las personas que están aquí y que tienen como vocación el amor a los niños y el amor a la enseñanza, saben que tienen niños índigo en sus aulas… ¿Qué hacemos con ellos, qué hacemos? Tenemos que ingeniárnoslas para seguir dentro del sistema, porque el sistema es un coloso tremendo y no podemos luchar contra él, pero incrementando la creatividad, haciendo lo posible porque se impliquen los papás. Los papás deben ser conscientes de que su hijo es un ser especial como todo niño, pero que si además es índigo, es una responsabilidad tener un hijo índigo.
Un hijo índigo es el futuro profesional en el que estaremos todos nosotros, porque todos los ámbitos de la sociedad del día del mañana estarán formados por los niños de ahora.
En cada uno de los profesionales de nuestro futuro, que haya un índigo que haya podido expresar sus cualidades y sus potencialidades, que haya podido expresarse desde la creatividad y que haya podido descubrir qué es lo que le apasiona en la vida, será un profesional totalmente terapeuta. Porque el índigo es terapeuta: viene a sanar esta sociedad como he dicho anteriormente.
Si un niño índigo se apasiona por hacer panes, pasteles, galletas, cualquier profesión que elija, sea mecánico, sea médico, sea abogado, sea arquitecto, sea terapeuta holístico, sea cineasta, sea escritor, si hace lo que le apasiona (y sólo lo puede descubrir si se le permite ser creativo con su aprendizaje), si descubre lo que le apasiona, se dedique a lo que se dedique en la vida, tendremos y recibiremos un amor, un nivel de consciencia que en estos momentos no tenemos como deberíamos y merecemos tener.
La mayoría de los profesionales de nuestra sociedad, de cualquier sector, trabaja por dinero. La mayoría, no todos. Cuando podemos unificar remuneración, profesión y vocación es un regalo.
Y quien ama su profesión lo sabe. Esto es lo que se pretende con los niños índigo: que a todos los niveles, cuando sean adultos, en cualquier sector de la sociedad en el que trabajen, donde se realicen profesionalmente, lo hagan a través de aquello que les apasiona y no que se les haya impuesto. Pero para ello, desde la base necesitan saberse queridos, apoyados, comprendidos y con un sistema de enseñanza y aprendizaje que se adapte a ellos y no al contrario.
Nosotros somos el puente. De momento, vamos a ver soluciones que podamos tener, porque utopías casi nunca dan resultados. ¿Qué es lo que podemos hacer aquí y ahora los papás de los niños índigo? En primer, ponernos nuestra mano en el corazón, ser sinceros con nosotros mismos y saber si tenemos un niño índigo o un niño hiperactivo, que no es lo mismo. Saber desde nuestro corazón y no desde nuestra expectativa de que “mi niño es especial” (todos los niños son especiales, todos, sean índigo o no, pero tenemos que ser muy consecuentes con nosotros mismos); definirnos con nuestra mano en el corazón hasta qué punto queremos comprometernos en el apoyo y la ayuda de nuestro niño índigo o de nuestro posible niño índigo.
Porque todo niño hiperactivo potencialmente es un niño índigo, aunque hay diferencias como ahora veremos. Normalizar todo el tema índigo, no sacarlo de quicio, no magnificarlo. Yo estoy cada vez más harta de oír a mamás y a papás que dicen: “es que como mi hijo es índigo…”, como si estuvieran hablando de un mesías, de un avatar, de un iluminado… ¡Pobre niño! En la necesidad de protagonismo de sus padres, en la necesidad de justificar cualquier comportamiento irregular, lo atribuyen a que es índigo. No, no es así. Vamos ahora a ver con la mano puesta en el corazón cuáles son las características y comportamientos de un índigo y de un niño hiperactivo.
Y ahora, en el supuesto de que ustedes están ya informados, lo saben, lo han verificado desde su corazón, y no desde su razón, saben que tienen en casa un niño índigo, o en sus escuelas o en sus consultas, ¿qué es lo que podemos hacer? Si como he dicho el niño índigo no se motiva, no se concentra, no le interesa, no es competitivo, no responde al chantaje, ¿cómo podemos hacer para que encaje en esta sociedad? En primer lugar no han venido a encajar en la sociedad, sino que han venido a cambiar la sociedad. ¿Qué podemos hacer nosotros? Podemos, como decía antes, llevarlo a un colegio Waldorf o Montessori, o buscar un colegio que no esté masificado, y en el que como mucho sean ocho niños y niñas por clase, y que se les atienda de una manera personal y humana y con atención, nada de masificación. ¿Podemos hacer esto? Estupendo. ¿No podemos hacerlo, porque nuestra economía nos lo impide, porque vivimos en un lugar en donde no hay estas alternativas? Otra opción, vamos a buscar otra opción. ¿Conocemos psicólogas o psicólogos, conocemos maestros que sí que saben de las terapias alternativas y que conocen lo que es la frecuencia índigo y que sí creen en la eficacia 100% probada de las terapias vibracionales? Entonces compactémonos varias madres, varios padres de niños índigo, y tendremos el poder y la fuerza para poder crear nuestra propia escuelita con nuestros propios niños, con ocho, diez, doce por cada clase, teniendo un psicólogo, un educador o educadora, un maestro o maestra, y ya podemos. La unión hace la fuerza.
Ya podemos tener ahí una alternativa a lo que nos ofrecen los colegios masificados o los colegios oficiales. Porque nuestros niños no es que sean especiales: es que están especializados. Están especializados en aprender y en poder sacar todo un potencial maravilloso siempre y cuando se les trate como ellos requieren: es decir, de una manera no masificada, sino creativa, incentivada con amor y por supuesto como digo, y que hasta la saciedad lo diré: con creatividad, porque si no, no tendrán ningún interés en absoluto. ¿Lo podemos hacer esto? Estupendo.
Otra solución más. ¿Tampoco? ¿Vivimos aislados, no conocemos otros padres, no sabemos qué hacer, no sabemos cómo juntarnos, no conocemos psicólogos, y los que conocemos son muy materialistas, muy estrictos, no saben lo que es un chakra ni les interesa, no saben lo que es la frecuencia índigo, sólo entienden que hay niños hiperactivos con Déficit de Atención a los que hay qué medicar, etc.? No, no es viable esta propuesta…
Entonces otra propuesta más: Creatividad. Si a ti no te queda más remedio que llevar a tu hijo o a tu hija índigo a un colegio oficial o a un colegio masificado, ¿qué puedes ofrecerle tú? ¿Vas a permitir que un maestro o un psicólogo o un médico que no entiende en absoluto de otras realidades y que está convencido de que el ser humano sólo vive con su 3% de capacidad cerebral, vas a permitir que tu hijo o tu hija siga yendo con una valoración en su autoestima y en su rendimiento completamente nefasta o vas a tomar ya cartas en el asunto? ¿Qué le puedes ofrecer tú? ¿Cuál es tu economía? ¿Cuál es tu tiempo libre? Siente, piensa. ¿Te puedes permitir después del horario de clases participar con tu hijo en casa de algo creativo, nuevo, espontáneo, como hacer arcilla, modelar, dibujar, hacer repostería? A los índigos les encanta saber que participan contigo, con papá o con mamá. Saber que cuando llegan a casa les espera algo creativo con quien más les ama y les apoya, les sirve de aliciente para interesarse más en sus colegios, masificados u oficiales.
Esto es un hecho. No estoy hablando de utopías: llevo ya tres años observando, yendo y viniendo… Yendo, llevando información cuando vuelvo, me ponen resultados maravillosos. Por lo tanto hablo con conocimiento de causa.
Alternativas. ¿Qué más le puedes ofrecer? ¿Puedes pagar el que el niño vaya a clases de pintura, de danza, de ballet, de modelaje de cerámica y cosas así? ¿Puedes? Va a ser un incentivo. Son totalmente creativos y activos, y tienen muchísima energía. Que se drene esa energía con el Ritalín u otras drogas, hará que convirtamos a nuestro niño índigo en un vegetal y sólo le va a sentar bien como veremos si es hiperactivo.
Pero si es índigo, hay ya estadísticas de suicidios. Niños y adolescentes, porque se les atrofia su misión de vida y su potencial energético, la creatividad, la pasión. No es que sean hiperactivos, es que son tan apasionados y tienen tanta energía que la tienen qué drenar. Si les drogamos, les podemos hacer un daño muy grande, mucho. Por lo tanto, toma cartas en el asunto, no esperes a que venga otro a que te diga qué es lo que hay qué hacer ni cómo tratarlos. Si te ha elegido como padre, madre, maestra, maestro o terapeuta, es porque tú, en mayor o menor medida eres índigo.
No te dejes fascinar por nada ni por nadie: siente, siente. ¿Te resuena? Es verdad. ¿No te resuena? No te dejes fascinar ni pongas tu poder en manos de alguien que haya escrito un libro o diez, que tenga un título de medicina y hace unos meses no sabía nada de chakras y ahora ya está dando conferencias del tema índigo, o escribiendo libros. Seamos creativamente sensatos. Sintamos. No permitas que nadie te haga creer que tienes un enemigo en casa o un boicoteador o un psicótico que necesita medicación para ser controlado. No es verdad. NO ES VERDAD.
Si tienes un índigo cerca, repito: en mayor o menor medida tú eres índigo. En mayor o menor medida tienes desde el nivel del alma y el nivel del corazón este compromiso ya pactado en otro nivel de realidad, en otro nivel de conciencia. Los índigos han venido a cambiar esta realidad desde la consciencia, desde el amor. Por lo tanto, aceptemos nuestro compromiso de estar aquí y ahora. ¿Qué pasa si eres maestra, si tienes en tu aula ya, o si eres director de colegio, o si eres médico oficial y estás aquí? Tienes compromiso índigo seguro.
¿Cómo puedes permitir que esos niños índigo que tienes cerca de ti se expresen? Vuelvo a repetirlo: haciendo todo lo posible para que sus padres se comprometan y se responsabilicen en el potencial de ese niño, en sus cualidades, y que es lo único que puedes hacer, de momento: tener reuniones, estar estimando constantemente (periódicamente, claro) de qué manera estos niños índigo, al margen del colegio, al margen de lo establecido y del método pueden desarrollar su interés por el método con las alternativas que de momento tenemos: Apoyo, amor, autoestima, creatividad, actividades participativas, saber escucharle, saber comunicarse con él o ella, acompañarle, explicarles, etc. Y no hay más, muy poco más. No hay recetas, no hay milagros: hay trabajo. Pero ese trabajo es tan gratificante…
Si tienes un niño índigo cerca, ya sabes que desde la cuna te miraba con una madurez emocional que no era normal. Ya sabes que el castigo, el chantaje, la violencia física o psicológica no sirve con ellos. Ya sabes que los castigos o el “porque lo digo yo” no sirve con ellos, todo eso ya lo sabes. Y sabes que es especial, tú lo sabes.
No permitas que nadie sepa más de él que tú. No lo permitas. No pongas tu poder en manos de otras personas que te aconsejen que le des Ritalín u otras drogas. No lo permitas. Haz lo que esté en tu mano. Repito: Si te lo puedes permitir, llévalo a un Waldorf o a un Montessori, porque el sistema de este tipo de colegios generalmente (porque la perfección no existe, evidentemente) tratan a los niños de uno en uno, tratan totalmente integrados lo que es el aprendizaje, el respeto, la vivencia y convivencia con los otros reinos animal, vegetal, mineral; incluyen el aprendizaje desde la sensibilidad artística, con artes plásticas, con tiempo, sin expectativas y según el ritmo de cada niño; sin arribismos ni fricciones ni competencias. Se habla y se expresa desde el respeto y desde la ética.
No hay connotaciones religiosas que enmarañen sus cabecitas; nadie ha muerto en cruces, nadie tiene que salir huyendo de otros… No se incrementan ni se fomentan las luchas sociales, sino todo lo contrario. Verás niños en estos colegios de todas las razas y colores, edades, y aprenden a convivir y a hacer pan; aprenden a cuidar de las plantas y de los animales… Así son los Montessori y los Waldorf, en general. Seguro que habrá excepciones, pero los que yo conozco en general son así.
Primera solución. Sí, son caros estos colegios. ¿No nos podemos permitir esta solución? La desestimamos. Segunda solución: sé tú misma, sé tú mismo quien encuentre las posibilidades realizables, viables, coherentes y mágicas (¿y cómo no?) de que se den sincrónicamente. Hay una ley que se llama: “Sincronicidad”, basada en el “pedid y se os dará”. Ponlo ya, haz tu pedido al Universo. Porque cuando alguien desea algo y es por el bien de muchos, siempre la vida le apoya, siempre.
Hay excepciones, como cuando hay una contraorden: cuando pides algo y no te crees merecedor o merecedora de recibirlo, lo anulas. Pero si tú pides recibes. Pide ya para que se den las circunstancias para que tú conozcas a otros padres en las mismas circunstancias que tú. Y que se conozcan maestros o maestras, psicólogos, educadores, educadoras, que estén en este tema al igual que tú, y que tengan el nivel de conciencia y compromiso que tú tienes, y también que vean totalmente viable el tener una escuelita en la que por cada aula sólo hayan ocho o diez niños, y que por supuesto esté guiada por el actual método del sistema educativo, pero adaptado a las características y necesidades de cada grupo de niños índigo.
Desde el corazón, no desde el elitismo. No comencemos a ser desde ahora “racistas espirituales”: “un colegio para índigos, y aquí no entra nadie que no sea índigo”… Repito: el potencial índigo es latente. Un niño, un adulto, un adolescente puede incrementar, desarrollar, potenciar las cualidades del hemisferio izquierdo y derecho a lo largo de toda su vida. No pongamos etiquetas.
Porque los índigos sólo llevan una etiqueta, una sola: la de no llevar etiquetas. No hay dos índigos iguales, no hay etiquetas para los índigos. Así se escriban veinte nuevos libros sobre índigos cada mes, repito: no hay etiquetas, no hay clasificaciones. Porque potencialmente cada niño índigo es creativo, místico, interdimensional, clarividente y tecnológico. Ahora bien: un niño de África o un niño de un barrio marginal de México no podrá demostrar que la tecnología es uno de sus fuertes, porque igual no ve una computadora en su vida.
No podrá demostrar su gran potencial artístico, porque igual no tiene un lienzo ni pinturas para pintar en su vida. No podrá demostrar sus aptitudes místicas o sí, porque igual su abuelita es una gran devota de la Virgen de Guadalupe y el niño habla con ella, por ejemplo… Es decir, no podemos ponerles etiquetas a nuestros niños índigos, porque potencialmente y si se dan las condiciones adecuadas, desarrollarán todo potencial del hemisferio derecho, que es un gran potencial para lo artístico, para lo tecnológico, para lo intuitivo, para lo terapéutico, para lo interdimensional, si se dan las cualidades adecuadas y un entorno propicio. Pero si no, NO.
Pero no hay índigos exclusivamente enfocados al arte, o índigos enfocados exclusivamente hacia lo tecnológico, o índigos enfocados exclusivamente a la mediumnidad, o índigos enfocados exclusivamente a tener potencial sanador en sus manos.
Hablo del potencial sanador en sus manos, ¿por qué? Porque están calentitas, y todo lo calentito alivia. Cuando te das un golpe ¿qué haces? Ponerte la mano. Cuando alguien se hace daño ¿qué haces? Ponerle la mano. Y esto, es una orden, o más que una orden, una sabiduría del hemisferio derecho conectado con tu corazón que te dice que puedes sanar; que tu calor es sanador. Porque además de una función orgánica, el calor, es amoroso, porque sale del corazón.
Por lo tanto, todos en mayor o menor medida somos índigo. Y para terminar con lo de las soluciones: si tampoco conocemos a otros padres índigos o si no tenemos forma de encontrar una maestra, un maestro, un profesor, una psicóloga, o alguien que crea en nuestro proyecto de tener a nuestros hijos en una escuela para índigos donde se les dé el método del Ministerio de Educación y además actividades lúdicas, creativas, participativas… ¿Tampoco esa sería una solución? Pues entonces mira a ver qué nivel de calidad de tiempo tienes (porque ya se qué la mayoría de madres y de padres trabajamos). No se trata, con el índigo sobre todo, de la cantidad, sino de la calidad.
Mira a ver qué calidad de tiempo tienes, cree en él o en ella, siente el ser maravilloso que es y ve cuestionándote qué cosas, qué actividades podrías realizar con él o con ella. Si te ha elegido, es porque tú eres consciente de que tienes un maestro, pero que ahora es niño o niña. Tienes qué ayudarle a despertar su potencial, y a que sepa que es un maestro en un futuro.
Aquí y ahora es un niño o una niña, y hay que ponerle límites, hay que educarle, hay que valorarle y estimularle.
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